Hoy casi nadie duda de que la matanza de los inocentes, ordenada por Herodes, que narra Mateo en su evangelio no es real. Pero esta celebración es algo más que chanza, burla, inocentada. Este día nos recuerda el dolor, el peligro, el abandono, la violencia y la muerte que sufren tantas niñas y tantos niños de nuestro mundo.
Hace unos días días, las y los cristianos celebrábamos el nacimiento de nuestro Dios entre los excluidos de nuestro mundo. Entre ellas y ellos sigue naciendo cada día, aunque nos cueste verlo, sentirlo y reconocerlo.
Años atrás la mayoría de los países aprobaron lo que denominaron los ‘Objetivos de Milenio’. ¿Conseguiremos al menos eso?