“En Haití he aprendido a relativizar las cosas”

Entrevista realizada en Gasteiz Hoy (09/09/2012) a Irati Lauzurica, antigua alumna de San Viator de Vitoria-Gasteiz y voluntaria en Gonaïves (Haití) con SERSO San Viator y el Programa Juventud Cooperante Vasca.

El 12 de enero de 2010 un fuerte terremoto sacudió el país más pobre de América. La tierra se cebó con los más pobres, y más de 300.000 murieron, al tiempo que muchas más se quedaron sin casa. Haití es un país que busca recuperarse de todos los mazazos recibidos, también con ayuda exterior. La vitoriana Irati Lauzurica es una de las cooperantes que se encuentra sobre el terreno.

-¿Por qué viajar a Haití?

La verdad es que Haití me eligió a mí. El programa Juventud Vasca Cooperante tiene diversos convenios con ONGD vascas y sus contrapartes, después de pasar varias fases de selección son ellos los que eligen en qué proyecto encajas mejor por formación y experiencia profesional.

-¿Dónde resides y cómo trabajas en el día a día ayudando a los habitantes de la región?

-Estoy en la ciudad de Gonaïves, a unas dos horas al norte de Puerto Príncipe. Trabajo y vivo en el Colegio Inmaculada Concepción que los clérigos de San Viator tienen aquí. Nuestro trabajo consiste en la organización de cursos de verano de inglés, francés, español y dibujo con los alumnos de éste y otros colegios de la zona, y también con los profesores. Lo que nos piden no es tanto la enseñanza de una materia como mostrar otra forma de trabajar en clase. La educación en Haití es muy precaria y los métodos de trabajo están bastante estancados.

-¿Nos hemos olvidado de ese país tras el terremoto?

-Sí y no. Es verdad que ya no se habla tanto de él en los medios de comunicación pero estando aquí te das cuenta de la cantidad de gente que hay trabajando por Haití. Puede que cierta parte de la sociedad se haya olvidado un poco del país pero yo creo que más bien se ha normalizado la situación. Tras el terremoto hubo sobreinformación, durante semanas fue un tema de primera página y lo que provoca esta saturación es la posterior sensación de olvido. Decir que nos hemos olvidado de Haití es no tener en cuenta a todas las organizaciones y personas que trabajan muy duro aquí.

-¿La gente sigue viviendo en tiendas?

-Sí, en Puerto Príncipe y las ciudades del sur más afectadas por el terremoto hay personas viviendo en tiendas. Hace unas semanas pasó por aquí la tormenta tropical Isaac y miles de personas tuvieron que ser evacuadas porque en las condiciones en las que viven es muy difícil hacer frente a una situación así. A pesar de las evacuaciones hubo una veintena de muertos.

-En su día se criticó la excesiva burocracia y la tardanza en la llegada de las ayudas. ¿Sigue ocurriendo hoy en día?

-Sí, tras el terremoto no se supo encauzar bien toda la ayuda que se ofreció. Hay organizaciones que recogieron dinero para ayudar en el terremoto y aún hoy en día está paralizado. Eso no quiere decir que las ayudas no lleguen, las ayudas llegan y se ven.

-¿Queda mucho por hacer en ese país?

-Desde luego. El problema de Haití no fue el terremoto, el terremoto puso al país en el punto de mira pero los problemas son estructurales: la inestabilidad histórica de su gobierno, la falta de infraestructuras, el analfabetismo, el VIH…

-Haití es un país marcado últimamente por el terremoto pero también por las continuas luchas de poder y el despotismo de sus líderes. ¿Sigue siendo así?

-El actual presidente Martelly es una figura comprometida. Tiene mucho apoyo y también mucho rechazo entre la población, es un líder populista y, o lo quieren o lo odian. Nadie olvida que proviene del mundo de la música y muchos lo consideran incompetente para el cargo que ocupa. En comparación con los gobiernos anteriores se podría considerar que Haití tiene un gobierno más o menos estable, pero en realidad no es así. En el último año el presidente se ha visto obligado a cambiar varias veces de primer ministro, además se enfrenta cada día a acusaciones de la oposición por una supuesta doble nacionalidad (haitiano-estadounidense) que le impediría ostentar el cargo. Se le acusa de velar por los intereses de los Estados Unidos antes que por el propio Haití y la oposición es fuerte.

-Es considerado uno de los países más pobres de América, pero ¿cómo es la gente en dicho país?

-La gente en Haití es ante todo superviviente. Son un pueblo muy orgulloso de si mismo, conocen su pasado de esclavismo, siente fascinación por sus “héroes nacionales” pero a la vez son conscientes de los problemas del país y la mayoría de ellos solo piensan en irse. Cuando hablas con los chavales en el colegio y te cuentan sus planes de futuro, la única salida que ven es emigrar. Otra de las cosas que llama la atención de los haitianos es su dignidad, a pesar de las condiciones en las que muchos viven intentan hacerlo con la mayor dignidad posible, por ejemplo dan mucha importancia a su aspecto, siempre impoluto.

-En los países del Caribe (Santo Domingo o Cuba) a menudo se hace referencia al carácter alegre y siempre sonriente de sus habitantes ¿Ocurre así también en Haití?

-El carácter de los haitianos difiere un poco del resto de caribeños, seguramente por sus raíces africanas. Son más reservados y serios, no tan lanzados como en otros países como Cuba,  pero una vez superas esa primera barrera son hospitalarios, amables y atentos.

-¿Cuál fue el mayor contraste al llegar?

-Todo. Cuando llegas a Haití lo primero que ves desde el avión es el barrio de Cité Soleil próximo al aeropuerto de Puerto Príncipe. Es el primer golpe que te da el país, el mar hace frontera con otro mar de chabolas infinito. A partir de ahí todo es diferente, un aeropuerto caótico, unas carreteras en situaciones lamentables, escombros, mucha gente en la calle. Aterrizar en Puerto Príncipe es como cambiar de mundo.

-¿Cuál es la base de su alimentación?

-El arroz es el alimento básico en Haití. Su dieta se basa en arroz y maíz, después dependiendo de las posibilidades de cada familia pollo, ternera, cerdo. La dieta no es muy variada porque el mercado tampoco lo permite. Una de las carnes más queridas es el cabrito pero es caro y no mucha gente puede permitírselo.

-Aún te quedan unas semanas en Haití, pero con qué te quedas de la experiencia como cooperante.

-Posiblemente ésta sea la experiencia que más me ha enseñado en la vida. Uno de los objetivos que tiene el programa Juventud Vasca Cooperante es la sensibilización de las personas que viajamos a estos países. Conocer de primera mano un país como Haití te cambia en muchos aspectos.

He aprendido a relativizar las cosas. Por ejemplo, en Haití la electricidad funciona muy mal, hay cortes de energía a diario. Los primeros días cuando se iba la luz me cabreaba mucho. Después te das cuenta de que los haitianos no se quejan nunca de esto, no pueden hacer nada para que vuelva la luz, así que ¿por qué enfadarse? También te haces consciente de todas las cosas prescindibles de las que estamos rodeados. Y eso que aquí, a pesar de vivir en una pequeña burbuja dentro del país, carecemos de muchas comodidades, la primera semana las echas de menos pero a la segunda ya ni te acuerdas.

http://www.gasteizhoy.com/2012/09/09/en-haiti-he-aprendido-a-relavitizar-las-cosas/
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Una respuesta a “En Haití he aprendido a relativizar las cosas”

  1. Ferry Francois dijo:

    Me gusta el articulo. La verdad es que nos ayudan mucho con los alumnos. Aprendemos de ellas y ellas aprenden de nosotros. Creo que esta cooperacion debe seguir su camino a lo largo del tiempo. Pero, siempre hay que mejorar. Ferry, csv

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