Entiendo que un Ministro trate de justificar sus opciones de gobierno, porque le va en ello el puesto, y con el puesto, parte del sueldo.
Pero delante de Dios no valen excusas, ni para el Ministro ni para el Obispo.
No sé si el Ministro es cristiano.
Para los cristianos, para mí en primer lugar, por no recordar palabras que hablan de amor o de justicia, me recordaré palabras irrenunciables del Credo de mi fe, palabras que hablan de juicio: «Creo en Jesucristo, que ha de venir a juzgar a vivos y muertos»: a políticos y emigrantes, a tiranos y siervos, a explotadores y explotados, a verdugos y víctimas, y allí no me servirá nada más que la verdad: ¿Dónde está tu hermano? ¿Qué hiciste con tu hermano? ¿Qué hiciste conmigo?
Santiago Agrelo: “Señor ministro…”
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