Que el racismo existe es innegable. Probablemente no sea más que un mecanismo de defensa ante lo desconocido, ante las y los desconocidos. Nuestra herencia cultural nos ‘ha vendido’ que somos el centro de nuestro mundo, el ombligo del mundo.
Así hemos ido asimilando y englobando en nuestro subconsciente conceptos como piel blanca, occidental, riqueza… ¿Quién como nosotras o nosotros? Y nos hemos sentido con el derecho de mirar por encima al otro, al distinto, al no blanco, al no occidental, al empobrecido. Pero el problema se multiplica cuando el otro también ha asimilado nuestra patraña, cuando ha ido incorporando desde la infancia ‘su condición de inferioridad’. Es suficiente ver el vídeo.